VIAJE AL INTERIOR DE UNA SONRISA

Una lágrima se deslizaba suavemente por su rostro. Casi en un gesto inefable, un destello nacía de sus ojos oscuros y profundos. Después, basto una leve contracción para esbozar con sus labios rojizos un rictus de alegría contenida. Una sonrisa había venido al mundo. Nadie supo entonces qué hacer: tender una mano amiga, abrazarla, recibirla con unas palabras de felicitación, de enhorabuena. Tal vez, lo más sencillo sería contemplarla para inmediatamente después ejecutar la complicada maniobra de rescatarla del olvido mediante una fotografía en sepia, un boceto a carboncillo, una escultura en piedra... Sin embargo, solo hay algo que sé puede hacer ante una sonrisa. Y, ese algo es el sencillo gesto de devolverla, de hacerla propia, de compartir ese momento de felicidad, dejarse llevar por la empatía y alegrarse de un modo natural, primitivo y sincero por el otro. Así en nuestro periplo diario por el mundo que nos rodea realizamos pequeñas incursiones en la dicha, en la plenitud ...