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Mostrando entradas de julio, 2019

VIAJE AL INTERIOR DE UNA SONRISA

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Una lágrima se deslizaba suavemente por su rostro. Casi en un gesto inefable, un destello nacía de sus ojos oscuros y profundos. Después, basto una leve contracción para esbozar con sus labios rojizos un rictus de alegría contenida. Una sonrisa había venido al mundo. Nadie supo entonces qué hacer: tender una mano amiga, abrazarla, recibirla con unas palabras de felicitación, de enhorabuena. Tal vez, lo más sencillo sería contemplarla para inmediatamente después ejecutar la complicada maniobra de rescatarla del olvido mediante una fotografía en sepia, un boceto a carboncillo, una escultura en piedra... Sin embargo, solo hay algo que sé puede hacer ante una sonrisa. Y, ese algo es el sencillo gesto de devolverla, de hacerla propia, de compartir ese momento de felicidad, dejarse llevar por la empatía y alegrarse de un modo natural, primitivo y sincero por el otro.  Así en nuestro periplo diario por el mundo que nos rodea realizamos pequeñas incursiones en la dicha, en la plenitud de l

¡QUÉ BIEN VIVES!

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Como dijo el poeta Jorge Manrique “cualquier tiempo pasado fue mejor”. ¿Quién no ha tenido alguna vez la idea de que estamos en una época extraña? ¿Quién no ha querido alguna vez verse convertido en caballero medieval o en princesa de una corte muy muy lejana? ¿Quién no ha pensado en escapar de nuevo a la juventud o a la infancia, volver sobre sus pasos, enmendar sus errores como un nuevo Adán hiciera en El diablo mundo de Espronceda? No sé... Tal vez es mejor no darse cuenta de lo conseguido a lo largo de los siglos, para ver que tras lo material seguimos cayendo abatidos en las mismas batallas: el ansia de pasar por encima del otro, el afán de poder, la envidia de toda la vida, la avaricia... Todas esas miserias, plagas o como nos guste llamarlas. Pero, sobre todo, la capacidad que tenemos para engañarnos y no ver que podemos alcanzar nuestros anhelos esforzándonos, sacando lo mejor de nosotros mismos. Supongo que es más cómodo no intentar superarse. Fingir que todo ya está es

LA SOMBRA DEL AMIGO

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Siempre le tendías la mano, pero al parecer no le bastaba. Así, poco a poco llega aquel día en que no te devuelve las llamadas. Los mensajes se espacian en el tiempo. Que si trabaja hasta tarde... Que si no hay tiempo para nada. Tú te sientas tranquilo en el sofá del salón.   Le llamarás en otro momento. No le das demasiada importancia. Solo es que te vino a la memoria esa nostalgia por los viejos tiempos mientras hojeas el álbum de fotos al regresar a casa, porque es uno de esos días en los que ella tarda. Otras veces recuerdas la primera cita. Como te arreglabas. Observabas luego sus dedos delgados. Las uñas cuidadas. Esa sensación de sentirte importante, de poder llevar el mundo sobre las espaldas. Luego al tras la despedida. Marcabas su número en la madrugada. Le hablabas de ella. Él te escuchaba atento. No decía nada. Nueva ciudad. Nuevos compañeros de trabajo. Cafés en mitad de la tarde o a comienzos de la mañana. Sigues llamando y llamando. Nadie descuelga el auricular