Días de fiesta




   Cierras la puerta tras de ti dejando un leve sonido y una sombra imperceptible. Taciturno atraviesas las calles en penumbra. Dime qué buscas entre las últimas estelas descoloridas, colgadas sobre las acera. Se oyen los ecos lejanos de las charangas. Abajo, las escaleras. Sí, es cierto en las bodegas el mundo parece detenerse entre jarros de vino tinto y amores trasnochados que comienzan.

   Avanzas lento. Abajo las escaleras totalmente engalanadas de humedad y de tierra. En las paredes talladas de piedra los mapas parecen conducirte hasta el centro quebrado del mundo.

   Todavía destilas el humo de los amaneceres en los últimos bares, descubriendo en la ebriedad de la memoria los primeros brindis... una talanquera interminable de placeres que se han ido...que volverán.
   En la distancia los fuegos caen, caen, caen en su eco sobre el río. A la salida de los toros queda para el recuerdo la bajada de las peñas. La galería esta vacía puedes oír el replicar de tus pasos, imaginar el cañonazo del sábado tintando las calzadas y las calles repletas.
   Octubre, también tienes tu encanto. Siempre llega tras los días de fiesta.


[Eva M. Miranda Herrero, publicado en Aranda Siglo XXI, 2005]

Comentarios

  1. Un texto que rezuma mucha nostalgia y parece que solo queda el eco de ese interlocutor ¿octubre? que vive del recuerdo que espera que se repita. Me ha gustado mucho esa imagen de la "ebriedad de la memoria" que tiene una gran fuerza creativa.

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