La oscuridad de los túneles
Este es el camino que lleva a la vía. Hace tiempo
que pasó el último tren. Recuerdo que había una hoja de papel sobre las líneas
férreas. Atrapada entre los raíles, mojada por la lluvia.
De niña me
gustaba merodear por la estación vieja. Había aún allí vagones abandonados a su
suerte, máquinas locomotoras desgastadas por el uso de los tiempos…Tenía la
ingenua idea de que si apoyaba la cabeza sobre la arena podría escuchar el
lejano traqueteo del ferrocarril.
Supongo que al
igual que muchos niños de mi época me sentía fascinada por la idea de subir en
un talgo. Así, recibí con ilusión mi primer viaje a Madrid. Sufrí una
pequeña decepción al comprobar que los vagones de las películas americanas eran
muy diferentes de los de aquí. Sin embargo, la belleza del paisaje en
movimiento lo suplió todo. Las tierras rojizas y los árboles delgados, la
oscuridad repentina de los túneles... Un nuevo mundo ante mí... La oscuridad
repentina de los túneles.
Por unos
momentos cerré los ojos. Tuve la sensación de volar.
Desde entonces
siempre viajo en tren.
Este es el
camino que conduce a la vía. Todavía se puede percibir en la lejanía el silbido
metálico de los mercancías chocando contra los raíles. Por eso, cruzo sin
miedo, muy despacio. Recojo algunas piedras de gravilla que guardo en mi
bolsillo derecho. Parece que fue ayer cuando escuché por primera vez las
campanillas de la estación vieja. Allí ,sigue aquella hoja de papel de periódico
atrapada entre los raíles del recuerdo.
[Eva María Miranda Herrero, publicado en Aranda Siglo XXI, 2006]
¡ Cuántos recuerdos se han agolpado en mi cabeza al leer este relato! Y más en una familia de ferroviarios. ¡Qué relajante es escuchar el traqueteo de los vagones cuando chocan en los raíles! ¡ Aquellos viajes tranquilos, sin las prisas de los trenes actuales de alta velocidad! A mí también me gusta viajar en tren y disfrutar de los paisajes, de los pueblos por donde pasa , hablando con nuestro acompañante, leyendo un buen libro...
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