Representación de la vida
REPRESENTACIÓN DE LA VIDA
A todos aquellos
que se dedican y se han dedicado
al teatro y al cine
en Aranda, en especial a la
memoria del Sr.
José Cobo (Cobitos).
Caminas en la oscuridad. Al fondo las vidrieras.
Trozos recortados de luz. Una mesa. Unas sillas. Apenas un candelabro, apenas
un par de velas. La oscuridad. Una procesión de actores en hilera avanza hacia
la escena: una recreación del Concilio de 1473 en San Juan de Aranda.
Tus ojos te han convertido
en uno más de ellos. Sus voces vibran profundas, quebradas, como el eco
inacabado de otras épocas. Miras. Te detienes. Observas. Aquí está el esplendor
de sus ropajes. Aquí sus palabras. No lo dudes formas parte de la obra. Cada
gesto captura un instante. Podrías regresar a la Edad Media, formar parte de un
momo, de una representación del “Auto de los Reyes Magos” con su lectura en
alto sobre el altar de la iglesia. Podrías regresar al Renacimiento con sus
luces y tinieblas.
Pero, no. Estás ahí
contemplándolo todo en tu moderno asiento de siglo XX, rememorando la
importancia de una fecha, de un modo de vida, de una crisis cultural… Eso sí,
de una forma un tanto poética.
El
mundo parece querer detenerse en el Nuevo Auditorio de la calle Isilla. Parece
querer olvidar otros conciertos, otras comedias… Quedan atrás las funciones del
“Cine principal” con sus sesiones infantiles a las cinco de la tarde. Quedan
atrás las bolsas de palomitas, de pipas… crujiendo, mientras los ilusionistas aturdían
nuestros sentidos y queríamos creer que todo era posible, porque éramos niños
en un mundo de adultos.
Lo cierto es que huele aún
a butaca recién puesta, a telón de diseño, a construcción emblemática y
moderna… Ya no andan deambulando los acomodadores… La zarzuela de Aranda, ya no
se canta ni se representa desde hace algunos años.
Y aquí estamos de nuevo en un mundo donde nunca pasa nada, donde jugamos a convertirnos en muchachos ingenuos
que imitan a sus antepasados, como herederos de una promesa. ¿Acaso no son eso
los ideales? En medio de este mundo loco y en constante crisis ¿Por qué no
jugar a intentar solucionar los conflictos? ¿Por qué no pararse un momento a
contemplar las respuestas que dieron en su tiempo otros, equivocadas o
certeras?
La pregunta que se abre
ahora ante nuestros ojos es saber si estamos dispuestos a conversar con
nosotros mismos, a luchar contra nuestros propios esquemas, a escuchar al otro
en este nuestro Teatro mundo, porque “la
vida es sueño” también en la calle Isilla y nada puede ser vedado a los
soñadores.
Y, es que es difícil
salirse del papel que nos ha asignado la vida. Y, es que no es fácil ser el
héroe ni el villano de ninguna tragi-comedia. Por eso, a veces elegimos ser el
público que se conmueve desde el fondo de la sala, que aplaude a rabiar a los
actores cuando se baja el telón rememorando, sin saberlo, a los espectadores de
los antiguos corrales de comedias.
Nos gustaría sentir… nos
encantaría pensar… nos entusiasmaría creer que el mundo puede ser el lugar que
siempre hemos deseado, el argumento es nuestro. Solo tenemos que reinventarlo
entre todos, dejarnos seducir por su magia y actuar en consecuencia como niños
grandes que tras muchos ensayos en el juego de la vida han conseguido crecer en
sus papeles y llevarse el aplauso de quienes los rodean.
[Eva María Miranda
Herrero, publicado en Centro Histórico, 2006]
Pocas veces he leído en unos párrafos una filosofía tan profunda de la vida y una exaltación tan exuberante del teatro. Ha sabido conducir muy bien la narración de la mano de Calderón de la Barca.
ResponderEliminarMe encanta
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