Silencio
Me
gustaría pensar que el tiempo no ha pasado, que la muerte no esta presente en
nuestras vidas, que el silencio no ha recorrido de nuevo los cementerios este año…pero
lo cierto es que noviembre ha llegado de nuevo y con él, el día de difuntos.
Digo el día de difuntos,
porque supongo que pertenezco a ese grupo de personas que se niega a ir por ahí
calabaza en mano olvidando que el silencio del camposanto dista mucho de los
carnavales de febrero en su bullicio y algarabía. Tal vez, por eso, me he
preguntado durante los últimos noviembres que es lo que tiene de malo enmudecer
de vez en cuando o simplemente dedicarse unos momentos a reflexionar, a tomarse
la vida o la muerte con un poco de calma, sin ajetreos sin necesidad de escuchar
siempre el rugir de los motores, o el sonido de fondo de la televisión en el
cuarto de estar. ¿Tanto temor albergan nuestros corazones, incapaces de pararse
a escuchar sus propios latidos? ¿Tanto que necesitan llenarlo con un constante
ruido que ahuyente cualquier tipo de reflexión? ¿Tan solos nos sentimos?
Por eso, adoro los días
de lluvia, su tranquilidad, el sonido de las gotas cayendo pausadamente,
golpeando el cristal de mi ventana. No puedo negarlo, me dan la excusa perfecta
para permanecer en casa armada con una taza de café recién hecho y un buen
libro que me lleve a los lugares más recónditos. ¿Por qué no perderse en una
tierra imaginaria, silenciosa y poblada de sueños? ¿Por qué no detenerse un
momento y escuchar la voz de los otros?
Y es que “en estos días
inciertos”, como dirían los Celtas cortos,
parece que incluso aquí en esta orilla del Duero dejarse llevar por el murmullo
de las aguas nos cuesta a todos demasiado tiempo. Así que hoy he decidido
acercarme un momento hasta Caleruega compartir mi noche con sus habitantes,
disfrutar de la fiesta en honor a una antigua tradición de oveja y merendero,
cantar con las mujeres del pueblo frente a los hombres por las ánimas, cerrar
después los ojos y perderme en el silencio de la noche castellana.
Ahora mismo suena en mi
cuarto “En las mañanas de primavera” una canción tradicional interpretada por
el grupo Carrión de música tradicional. Sé que en este mismo instante no
necesito nada más, que el otoño me traerá el susurro de las hojas deslizándose
sobre el suelo, y que quizás mañana al despertar sea capaz de abrir bien los
oídos para distinguir mi propia voz, para oír el sonido del viento acariciando
al amanecer los árboles. ¿No son acaso eso las palabras, murmullos que se
pierden en el aire?
[Eva M. Miranda Diario de Burgos Edición de la Ribera, 2006]
La autora se plantea la transcendencia de la vida a través del silencio tan necesario para poder encontrarnos con nosotros mismos , para escuchar una melodía como "En las mañanas de primavera" y que el otoño en pleno noviembre se convierta en eterna primavera,¡ Qué delicia escucharla!
ResponderEliminarUna canción del segundo disco de Carrión folk extraordinaria sin duda
Eliminar