Nacimiento de corcho y madera



Y llegó el tiempo de las colaciones... Los carteros, los serenos, los guardias de circulación recibían así el agradecimiento de sus vecinos. También los niños andaban de cabeza, de puerta en puerta, de aguinaldo en aguinaldo. No había guirnaldas. Ninguna luz de colores iluminaba sus rostros infantiles. Eran tiempos de escasez.
A veces patinaban por las orillas del Duero o bajaban la cuesta en un trineo de cartón.
Es como si pudiésemos volver a verlos jugando entre la nieve con los dedos congelados por la dureza del frío de diciembre, recabando higos, castañas, uvas, pasas, y alguna que otra mandarina, con ilusión inusitada.
Después al regresar al hogar dejaban estos pequeños tesoros en la mesa de la cocina. Así se quitaban en tapabocas, el gorro de lana, los guantes, el abrigo... Se acercaban todos juntos a la misa del gallo. Mientras nosotros esperábamos dormidos, colocados en las alacenas del comedor. Tarde o temprano alguien dejaría a medio terminar la última partida de brisca y, zambomba en mano, nos dedicaría un villancico.
Tal vez, por eso, recordamos muy bien aquella época en la que en el corazón sel ser humano anidaba la esperanza de un tiempo mejor, en la que los Reyes de Oriente solo éramos figuritas de barro en un nacimiento de corcho y madera.
Imagen: C. A. M.

Eva M. Miranda, publicado en Siglo XXI, diciembre de 2005

Comentarios

  1. Un título muy expresivo con dos sustantivos que aluden a materiales muy naturales y distantes de los utilizados hoy en algunos nacimientos, plásticos, polietileno... y todo el texto es prolífico en sustantivos que nos recuerdan con mucha nostalgia profesiones de una gran identidad y cercanía al ciudadano, carteros, serenos, guardias de circulación. Y otros muchos que nos ambientan en una Navidad de claroscuro exterior, pero de una gran autenticidad interior vivida en la tradición familiar; aguinaldo, higos, castañas, uvas, pasas, alacenas, partida de brisca, zambomba, villancicos....
    Gracias por estos recuerdos.

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