MÚSICA ANTIGUA
En esta tarde
de música antigua...
En esta tarde
de música antigua quiero pensar que la tristeza no existe, que las hojas de los
árboles siguen callando, que los pasos que conducen hasta la iglesia de Gumiel
de Izán, me han llevado muy lejos, me han descubierto un mundo nuevo de
sensaciones... Una viola de teclas, un rabel, una zanfona, un bouzouki... La
belleza inundando el aire. Nuestros pies convertidos en peregrinos, sus manos
en canteros de lo inexplicable...
Me pregunto
por qué será el camino tan largo, adónde conducirán estos escudos adornando los
balcones y las calles. Los artesanos nos ofrecen su mirada en la tarde de
domingo, los colores de sus trajes y el encanto de una fiesta aún por
conquistar.
Y los ojos se
convierten en halcones de la inmensidad. Sobrevuelan los estantes. Así la tarde
va cobrando sus colores desteñidos de crepúsculo. Así queremos ser aroma de
agua dulce, piel de avena, sabor a miel o a almibarado hojaldre, esencia de té verde en estas calles.
Pero aquí
entre sombras de pilares, de columnas, de arcos góticos de piedra, esperamos
recuperar el encanto tranquilo de los días que vinieron, de los siglos
adormecidos en el regazo de Ana Alcaide y Carlos Berceiro... Ellos nos traerán
la magia nos llevarán muy lejos, a un lugar lleno de emociones, a una tierra
indómita e inefable...
Ya no importa
quienes somos... Somos notas de Manau que se pierden solitarias en los
tramos empedrados de la calzada, donde el bullicio va creciendo por momentos...
Somos notas de Hixa mía que se esconden en el silencio de un ábside,
mientras crujen los bancos de madera suavemente de una forma casi
imperceptible.
Y cerrar esos Ojos
garzos... Y abandonarse.... Recorrer paisajes imaginarios que nos aguardan, sentir que la vida nos
inunda poco a poco...Que anhela derramarse en la mirada... Que un río de
pasiones sencillas se desborda lentamente... Que podemos ser palabra muda en
cada gesto. Que somos almas enamoradas de las pequeñas cosas.
Sin embargo,
el camino sigue ahí. Nos aguarda el sueño reparador de la noche. Otra vez
amanecerá. Deberemos cruzar la otra orilla de la carretera, llegar siempre
acelerados a las tiendas, a las fabricas, a las oficinas, a nuestros puestos de
trabajo y labores cotidianas, para ser nueva música en el próximo concierto, un
domingo por la tarde. Para admirar la hermosura de unas manos que se mueven
ágiles entre teclas hueso, cuerdas de madera, calabazas vacías y miradas de un
público sediento de una música nueva.
[Eva M. Miranda Herrero, Diario de Burgos Edición de la Ribera, 2007]
Foto: Pedro Pablo Abad
Si a Fray Luis de León la música le trasladaba a un universo infinito, a la autora, la música antigua le ha embriagado de tal forma que la ha querido detallar en un amplio retablo de exóticas imágenes, entre las que destacaría: " nuestros pies convertidos en peregrinos", "sus manos en canteros de lo inexplicable"," los ojos se convierten en halcones de la inmensidad".
ResponderEliminarSe ve que sus cinco sentidos han estado a flor de piel, porque es verdad que la música inunda siempre el aire que respiramos.
Justo al releer el artículo me vino a la mente la "Oda a Salinas". Reconozco que tengo predilección por el Renacimiento.
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