Tormenta de primavera


A veces la vida nos pilla por sorpresa. Se muestra en su esplendor de forma improvisada y nos regala una sonrisa. Nosotros decidimos si debemos aceptarla. Si es un gesto banal e insuficiente a nuestros ojos. Si no merece la pena devolverla. Así llega mayo de repente. Y los campos parecen entregarnos su sonrisa.
Otras veces la derrota nos acecha a la vuelta de una escalera. Sin más resbalamos y es entonces cuando nos damos cuenta de la fragilidad de nuestros planes, que se tuercen, que ningún vendaje podrá volver a enderezar...Días perdidos, que caen con las primeras gotas de una tormenta primaveral llenándonos de rubor.
 Nos preguntamos porque cantar en primavera, porque dejarse seducir por una magia inexistente al ocaso. ¿Será de nuevo la celebración de la vida? ¿El sentir la fuerza del aire que respiramos? Es entonces cuando abrimos lentamente nuestra ventana. Una especie de brisa entra en nuestras casas y nos invade por completo. Sin duda alguna estamos vivos. Estamos despiertos en un mundo de tinieblas, de miedos, de guerras, de hambres, de falta de valentía para encarar las responsabilidades. Porque la culpa es siempre del otro.
Pasamos del frío al calor como si nada sucediese a nuestro alrededor. Como si fuese normal que aumenten las alergias. Como si el recuperar la transparencia del aire y de las aguas no fuese con nosotros.
Tal vez deberíamos abrir muy bien los ojos para buscar la claridad. Dejarnos de acusaciones y redecillas para cultivar el camino hacia la paz y la justicia en este mes de mayo que se avecina.
Por eso me gusta el campo en otoño y en primavera porque parece devolverme la cordura. Porque me hace sentir que no debemos dejarnos arrastrar por las corrientes turbulentas del fracaso. Porque debemos esperar con los ojos bien abiertos y no desfallecer nunca en el intento de disfrutar de cada instante.
Sin embargo, el instante no es nuestro. No nos pertenece por más que queramos aprehenderlo. El instante es de todos. De las aves, de las hojas de hierba que nacen, de la tierra humedecida, de ese niño que juega a la pelota en la plaza de un pueblo, de aquel hombre que carga su equipaje en la primera estación de metro camino del aeropuerto...
Así que tú, querido lector, si andas ya en estas líneas puede que pienses que la vida es una contradicción. Puede que desees descubrir nuevos mundos o detenerte a contemplar el paisaje. Si es así mira bien y aprécialo, porque solo quien conoce ama. Quien ama nunca despreciará la vida.
                                                                   [ Eva M. Miranda Herrero, Diario de Burgos Edición de la Ribera, 2007]

imagen: pxhere.com


Comentarios

  1. Qué pertinente me ha resultado la lectura de este texto que nos habla de la explosión vital de la primavera en pleno mes de abril..Me quedo con las ideas que recuperan la celebración de la vida, la transparencia del aire, el sentir la brisa que entra por las ventanas de nuestra casa. Y todo con el propósito de no desfallecer y disfrutar de cada instante, de ese instante compartido, como dice la autora, pero, ¿ por qué no compartir también la felicidad de sentirnos vivos al contemplar el paisaje primaveral y amarlo?

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