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Égloga urbana
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Cuando escribí este poema, vivía aún en una ciudad. Era joven y añoraba algunas de las cosas del campo. Afortunadamente, ahora vivo en una pequeño municipio donde tengo todo lo que necesito y más. Mi corazón siempre ha sido rural.
Escuchar esta Égloga urbana, tan correctamente proclamada, y con un acertadísimo acompañamiento musical, nos seduce tanto que nos traslada a una visión idealizada del paisaje urbano que compite con el rural que la autora manifiesta disfrutar tanto. Enhorabuena a los dos por este regalo poético-musical.
Había oído hablar de un hombre con siete pies y diez cabezas que vivía en un país muy lejano en las tierras del sur, y de una extraña mujer que bailaba sobre las copas de los álamos cantores mientras la lluvia de agosto caía lentamente. Una tarde de noviembre vinieron a visitarme ambos. Se presentaron en mi casa, a orillas del Lago Negro, sin tiempo casi de que pudiera prepararles la cena, y me contaron esta historia. No es una historia elegante ni novedosa, pero al parecer la encontraron el día mil doscientos tres del año catorce del mes de febrero en una tablilla olvidada en Tulticia, lo que la confiere gran valor documental. Desde entonces, andaban errantes buscándome por el mundo. Digo esto porque traían los ojos cubiertos de arena y ceniza y el pelo lleno de escarcha, no por otra cosa. Sea como fuere, el caso es que un día el viento del Norte les condujo hasta mi casa. Llamaron a la puerta. Entraron. Se sentaron, sin pedir permiso, en mi diván favorito, que estaba lleno de p...
CON LA PUNTA Y EL TACÓN He bordado hoy tu nombre en el mandil de la tarde, y en el cielo las estrellas han venido con su baile... Con la punta y el tacón a tu casa hemos llegado al son de la media noche, fíjate si hemos bailado. Con la punta y el tacón va tu cántaro a mi fuente al son de la media noche, baila niña si te atreves... A la lumbre y al candil los encienden tus miradas. Ojalá que me quisieras como quieren tus palabras Con la punta y el tacón a tu casa hemos llegado al son de la medianoche, fíjate si hemos bailado. Con la punta y el tacón va tu cántaro a mi fuente al son de la medianoche baila niña si te atreves... Mira niño, mira niño, no me hables de amor que los mozos de Villada ya me sacan el color. Con la punta y el tacón va tu cántaro a mi fuente al son de la media noche, baila niña, si te atreves Con la punta y el tacón allá va la despedida, al son de la medianoche este baile se termina. Letra: Eva M. Miranda Herrero Músic...
Estos días están siendo duros. Aunque la verdad ser profesor y vivir en una pequeña localidad no es precisamente fácil. Recibes críticas o comentarios negativos como tres veces al día solo por el hecho de serlo. Si es fin de semana qué bien ya no trabajas, si son las 2:20 qué bien ya terminaste la jornada. Nadie sabe que igual esa tarde o esa noche, depende de las circunstancias, te pasarás dos o tres horas más corrigiendo, haciendo apuntes, etc.. El último puente, por ejemplo, me lo pasé entero corrigiendo y haciendo medias. Y solo recibí un “no sería tanto”... Este año se me ha ocurrido decir que mi jornada laboral se prolonga fuera del instituto y he recibido un “Sí, yo también trabajo en mi casa hago bricolaje, o tengo un huerto, o etc”. Creo que no hace falta decir que ese bricolaje o ese huerto son trabajos o hobbies que uno hace cuando tiene algo de tiempo fuera de su jornada laboral, pero los preparativos de las clases que yo sepa son obligación, no hobbies por muy trabajos...
Escuchar esta Égloga urbana, tan correctamente proclamada, y con un acertadísimo acompañamiento musical, nos seduce tanto que nos traslada a una visión idealizada del paisaje urbano que compite con el rural que la autora manifiesta disfrutar tanto. Enhorabuena a los dos por este regalo poético-musical.
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