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Égloga urbana
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Cuando escribí este poema, vivía aún en una ciudad. Era joven y añoraba algunas de las cosas del campo. Afortunadamente, ahora vivo en una pequeño municipio donde tengo todo lo que necesito y más. Mi corazón siempre ha sido rural.
Escuchar esta Égloga urbana, tan correctamente proclamada, y con un acertadísimo acompañamiento musical, nos seduce tanto que nos traslada a una visión idealizada del paisaje urbano que compite con el rural que la autora manifiesta disfrutar tanto. Enhorabuena a los dos por este regalo poético-musical.
CON LA PUNTA Y EL TACÓN He bordado hoy tu nombre en el mandil de la tarde, y en el cielo las estrellas han venido con su baile... Con la punta y el tacón a tu casa hemos llegado al son de la media noche, fíjate si hemos bailado. Con la punta y el tacón va tu cántaro a mi fuente al son de la media noche, baila niña si te atreves... A la lumbre y al candil los encienden tus miradas. Ojalá que me quisieras como quieren tus palabras Con la punta y el tacón a tu casa hemos llegado al son de la medianoche, fíjate si hemos bailado. Con la punta y el tacón va tu cántaro a mi fuente al son de la medianoche baila niña si te atreves... Mira niño, mira niño, no me hables de amor que los mozos de Villada ya me sacan el color. Con la punta y el tacón va tu cántaro a mi fuente al son de la media noche, baila niña, si te atreves Con la punta y el tacón allá va la despedida, al son de la medianoche este baile se termina. Letra: Eva M. Miranda Herrero Música: C
CARTA DE UNA PROFESORA VACIADA Yo también pertenezco a la España vaciada. Me enamoré de ella, de sus calles y de sus gentes, hace ya casi diecisiete años. Eché aquí mis raíces porque decidí quedarme y pude hacerlo. Sin duda, me sonrió la fortuna. Ahora formo parte del paisaje, como Ana del grupo de Jornada continua que decidió rodearse de “robles y montañas” para criar a sus niños, porque al igual que ella y tantas otras, yo también soy madre, en un lugar donde cada vez hay menos nacimientos. Y todo el mundo sabe que una madre siempre quiere lo mejor para sus hijos. Por eso, me gusta el lugar en el que vivo; por eso valoro las tardes en el parque porque yo también pertenezco a la España vaciada y decidí disfrutar del “camino de vuelta”, como dice uno de los poemas de Andrés Trapiello. Un camino que se va labrando poco a poco el respeto de mucha gente, un camino de progreso que apuesta por la cultura, la libertad, por una educación en la que familias y docentes podamos ir unidos
Escuchar esta Égloga urbana, tan correctamente proclamada, y con un acertadísimo acompañamiento musical, nos seduce tanto que nos traslada a una visión idealizada del paisaje urbano que compite con el rural que la autora manifiesta disfrutar tanto. Enhorabuena a los dos por este regalo poético-musical.
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