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Mostrando entradas de octubre, 2018

Cuatro piedras

            Esta mañana he contemplado una casa derruida. Uno de esos solares en los que sobreviven un viejo colchón desvencijado, una muñeca de porcelana medio rota, una silla de paja, un cuadro torcido, caído de una pared...             Me he preguntado cuantas veces he visto algo así; supongo que muchas: desde   bodegas hasta rascacielos. Sin ir más lejos en el monasterio de San Pedro de Arlanza, camino de la Sierra de la Demanda vi hace algunos años una de esas imágenes, salvando, por supuesto, siempre las distancias –aunque las obras de restauración parecen ir poco a poco rescatándolo de convertirse en ese polvo errante que repuebla las dunas desérticas de las tierras estériles y áridas.             ¿Qué pasará con mi casa dentro de dos mil años? ¿Vendrán de nuevo los romanos    a reclamarnos el anf...

El color cobrizo de los viñedos

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EL COLOR COBRIZO DE LOS VIÑEDOS Esta tarde no ha parado de llover. He podido sentir cada gota de lluvia cayendo   lentamente sobre mis manos. Mis dedos se han deslizado suavemente entre los racimos. He sentido que este año la cosecha sería abundante. Lo he sabido por el aroma a uva fresca que se fundía en el aire con el olor a tierra mojada impregnándolo todo. En unos días las hojas se tornarán cobrizas. En un intento vano de conquistar el paisaje, detendremos la mirada sobre ellas. Tal vez, nos dejaremos seducir por esa imagen, evocándola en nuestros recuerdos dentro de unos años. Tal vez, la desterraremos de nuestra memoria. El olvido se apoderará entonces de los campos. Querremos recordar las arboledas del norte. Escucharemos el murmullo del viento entre los pinares. Diremos que el atardecer es más intenso cuando se aprecian todos los matices sobre la explanada. Pero, ¿qué será de los viñedos? ¿Qué de los aperos de labranza? Todo seguirá aquí como si el tiempo no h...

Representación de la vida

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REPRESENTACIÓN DE LA VIDA     A todos aquellos que se dedican y se han dedicado al teatro y al cine en Aranda, en especial a la memoria del Sr. José Cobo (Cobitos).                         Caminas en la oscuridad. Al fondo las vidrieras. Trozos recortados de luz. Una mesa. Unas sillas. Apenas un candelabro, apenas un par de velas. La oscuridad. Una procesión de actores en hilera avanza hacia la escena: una recreación del Concilio de 1473 en San Juan de Aranda.             Tus ojos te han convertido en uno más de ellos. Sus voces vibran profundas, quebradas, como el eco inacabado de otras épocas. Miras. Te detienes. Observas. Aquí está el esplendor de sus ropajes. Aquí sus palabras. No lo dudes formas parte de la obra. Cada gesto captura un instante. Podrías regresar a la Edad Media, formar parte de u...

Donde los trenes salen y entran

DONDE LOS TRENES SALEN Y ENTRAN Cuando vuelves la vista atrás es difícil guardar las distancias, sentir que todo volverá a pasar ante nuestros ojos como si nada hubiese ocurrido. Y, es que, entonces, el presente parece perder su encanto, esa magia de lo nuevo, de lo que está aún por venir. Las calles en ese momento empiezan a llenarse de arena seca en los meses estivales, de barro en invierno. Las puertas de las casas permanecen abiertas. El sereno vela en la noche silenciosa y desierta. En una taberna próxima dos hombres cierran un trato: uno vende, el otro compra una tierra. Saben que su palabra valdrá más que ningún otro papel sellado. Un apretón de manos cierra la escena. Nada perturbará esa quietud. Pasan los años con ellos aparecen nuevas aceras, calles asfaltadas. Las fábricas nacen como la esperanza de un nuevo desarrollo en la Ribera. Los arandinos han cedido sus tierras. Los trenes salen, los trenes entran. Sus hijos tendrán un futuro. Nos acercamos un poco más en...

Tiempos de escasez

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TIEMPOS DE ESCASEZ             –Llaman a la puerta              –Ahora mismo salgo a abrir, madre. –Ya va, ya va... –No, no. No queremos nada. –¿Quién era, hija? –Un vendedor ambulante Esta es la historia de mi vida puertas que se cierran, puertas que se abren. A principios de enero de mi primer año universitario regrese a la casa de mis padres. Traía una maleta vieja, llena de parches en la que guardaba mis cuatro pertenencias personales –una foto de la familia, una agenda, un pantalón, una camisa y una muda– junto con un muestrario de telas que intentaba vender en Navidades de pueblo en pueblo como los feriantes para costearme los estudios. Este no era el único trabajo que había tenido. En verano andaba de camarero por la costa, sin embargo, no era la labor que más me gustaba. Prefería acompañar a mi padre cuando iba como estañador por la comarca, p...

La oscuridad de los túneles

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          Este es el camino que lleva a la vía. Hace tiempo que pasó el último tren. Recuerdo que había una hoja de papel sobre las líneas férreas. Atrapada entre los raíles, mojada por la lluvia. De niña me gustaba merodear por la estación vieja. Había aún allí vagones abandonados a su suerte, máquinas locomotoras desgastadas por el uso de los tiempos…Tenía la ingenua idea de que si apoyaba la cabeza sobre la arena podría escuchar el lejano traqueteo del ferrocarril. Supongo que al igual que muchos niños de mi época me sentía fascinada por la idea de subir en un talgo . Así, recibí con ilusión mi primer viaje a Madrid. Sufrí una pequeña decepción al comprobar que los vagones de las películas americanas eran muy diferentes de los de aquí. Sin embargo, la belleza del paisaje en movimiento lo suplió todo. Las tierras rojizas y los árboles delgados, la oscuridad repentina de los túneles... Un nuevo mundo ante mí... La oscuridad repentina de los túneles. Por...

Nieva

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Soy feliz. Puedo derramar las lágrimas más profundas, perder los estribos durante unos minutos, sentir por un momento el dolor y la furia de los otros; más nadie podrá robarme lo que soy ni lo que siento al abrir los ojos muy despacio cada mañana. Mis manos sujetan tibias una taza de café. Lentamente estiró el cuerpo entumecido. Me pierdo entre los blancos copos del desayuno. Afuera, las carreteras andan desiertas. Los transeúntes se aferran al calor de las bufandas y a la proximidad de sus lugares de destino. Aceleran el paso tanteando cualquier posibilidad de una caída. Levantarse de la silla del comedor no será fácil entonces. Así que recojo la mesa con cuidado. Camino hacia la puerta de salida, donde me aguarda el perchero. Me atavío: primero, el abrigo de pana; después, el chal, los guantes de lana, el gorro rojo que me regalara mi abuela... Luego un beso. Soy feliz. Supongo que necesito muy poco para serlo. Me vale con contemplar la hermosura de una sonrisa, la bell...

Enmudecer

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A los lectores de este blog: gracias por estar ahí.             Acaricio el teclado levemente. Es una nueva sensación. Una sensación extraña. Algo así... Parecido a enmudecer, a dejar que las palabras fluyan en silencio hasta ti.        Tal vez, por eso recuerdo nuestro último paseo por la costa. El mar estaba enfurecido rompiéndose constante sobre las rocas. Sin embargo, se respiraba una completa calma. De fondo, en la noche los tambores de las procesiones se fundían con el repiquetear de las campanas y en la distancia te imaginaba en medio de la procesión de Jueves Santo como cada año.             Es como si todavía pudiera escuchar tu voz en medio del tumulto. En medio de una batalla de clarinetes y de flautas traveseras. Pero ahora ya no resplandecen las antorchas ni los cirios a su paso por las calles de Aranda. Por eso, recuerdo las a...

Días de fiesta

   Cierras la puerta tras de ti dejando un leve sonido y una sombra imperceptible. Taciturno atraviesas las calles en penumbra. Dime qué buscas entre las últimas estelas descoloridas, colgadas sobre las acera. Se oyen los ecos lejanos de las charangas. Abajo, las escaleras. Sí, es cierto en las bodegas el mundo parece detenerse entre jarros de vino tinto y amores trasnochados que comienzan.    Avanzas lento. Abajo las escaleras totalmente engalanadas de humedad y de tierra. En las paredes talladas de piedra los mapas parecen conducirte hasta el centro quebrado del mundo.     Todavía destilas el humo de los amaneceres en los últimos bares, descubriendo en la ebriedad de la memoria los primeros brindis... una talanquera interminable de placeres que se han ido...que volverán.    En la distancia los fuegos caen, caen, caen en su eco sobre el río. A la salida de los toros queda para el recuerdo la bajada de las peñas. La galería esta vac...